Me hice una cama de madera noble. Me tumbé en ella. Luego dejé que la distancia, la nostalgia y la tristeza fueran llenando los huecos de la realidad. La luz fue poco a poco decreciendo. Ya no hubo amanecer, ni medio día, ni por la tarde. Sólo este tiempo de penumbra estática, este gris detenido sobre todas las cosas. Me acostumbré tanto a los besos del silencio que hoy ya no puedo vivir sin ellos. Soy incluso parte de ellos, alma gemela, o como quieran llamarlo. Así que no me molesten. Vivan ustedes su vida, que yo viviré la mía.
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Querido Santiago, veo que el otoño está dejando su huella en más de un alma viviente. Esperemos, que a la llegada de los hielos del invierno se nos congele a todos la melancolía, las depresiones...
ResponderEliminarFelicidades por tu espléndido texto.
Un abrazo.
Mila
Querido Santiago, te has puesto en plan "Gato de Ursaria"
ResponderEliminarEso está bien ¡Que no molesten, hombre, que no molesten!
Un abrazo sin ánimo de molestar, amigo.
... pero que nadie piense que estás muerto.
ResponderEliminarEso: un abrazo.
Si esa cama es el lugar donde te sientes libre para expresarte, poco a poco la luz volverá a emerger desde un silencio necesario a veces.
ResponderEliminarQue nadie te moleste... No lo permitas.
Un abrazo amigo
El corazón habla, el pensamiento calla... Estancia sin pasos de un alma nublada. La placidez, el silencio no son besos, es un engaño de la tristeza. Dama cruel y egoísta, de brazos fríos e inertes. No es un alma gemela... necesita nuestra alma para sobrevivir.
ResponderEliminarBesos y abrazos.
Mila, Enrique,Manuel,Rosa, Mari Carmen, mis amigos, mis lectores.
ResponderEliminarGracias por estar aquí.