Gracias Mari Carmen por tus palabras, por la calidez de tus palabras.
En ese viaje de otoño, realizado el pasado 7 de diciembre, nos perdimos en el pasado. Un ciervo en medio de la niebla de la carretera. Mil recodos ocres entre tronco de árbol aquí y allá. Y luego el monasterio, sombra gregoriana de gruesas paredes y luz guadalupana, como un águila de alas extendidas sobre el pueblo: calles empedradas y ecos de herradura, olor de caballos, piedra húmeda bajo un caño eterno de aguas heladas.
No tardes mucho en venir... y tráete el paladar húmedo de vino grueso, tinto, toro, para la morcilla de cebolla picante de este pueblo.
Feliz Navidad ! saludos y bonitas fotos...pero que desierto el pueblo y triste...como hace unos días , nosotros en el país vasco francés..nadie por la calle, nadie.. besoss
Sólo con ver las fotos dan ganas de salir a recorrer esas bonitas calles, eso sí, bien abrigados. Muchas gracias por el paseo.
ResponderEliminarGracias por este maravilloso paseo. No conozco Guadalupe y tus fotos me han abierto las ganas de ir para allá.
ResponderEliminarUn abrazo.
Nada más hermoso que el abrazo de una estación y sus paisajes, sobre todo en familia.
ResponderEliminarFELIZ NAVIDAD
Un abrazo
Gracias Trim por tus palabras.
ResponderEliminarGuadalupe es un pueblo precioso, de gente muy amable,y con muchos lugares para bien comer.
Iacob
Gracias Isabel, por tus palabras.
ResponderEliminarPues no te reprimas en lo del viaje, seguro que te encanta.
Iacob
Gracias Eternauta por tu visita.
ResponderEliminarLa familia es muy importante... al menos para mí.
Feliz Navidad, sí.
Iacob
Uno de mis viajes pendientes, Cáceres y este monasterio. Preciosas fotos, Iacob. ¿Qué hermoso es el otoño, verdad? Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarSiempre es grato viajar en tu compañía :-)
Besos y abrazos.
Gracias Mari Carmen por tus palabras, por la calidez de tus palabras.
ResponderEliminarEn ese viaje de otoño, realizado el pasado 7 de diciembre, nos perdimos en el pasado. Un ciervo en medio de la niebla de la carretera. Mil recodos ocres entre tronco de árbol aquí y allá. Y luego el monasterio, sombra gregoriana de gruesas paredes y luz guadalupana, como un águila de alas extendidas sobre el pueblo: calles empedradas y ecos de herradura, olor de caballos, piedra húmeda bajo un caño eterno de aguas heladas.
No tardes mucho en venir... y tráete el paladar húmedo de vino grueso, tinto, toro, para la morcilla de cebolla picante de este pueblo.
Iacob
Feliz Navidad ! saludos y bonitas fotos...pero que desierto el pueblo y triste...como hace unos días , nosotros en el país vasco francés..nadie por la calle, nadie..
ResponderEliminarbesoss
Gracias Rosa por tu felicitación y tus palabras.
ResponderEliminarLa ausencia de gente en las calles es mi culpa. Había mucha gente, pese al mal tiempo.
Sólo que he seleccionado el escenaro en vez de a los actores.
Besos.
Iacob.