viernes, 8 de marzo de 2013


Angelines Allué
TRIMBOLERA
     Estimada señora Trim. Me pide nuestro común amigo Iacob que le escriba una carta. Yo le miro desconcertada y me niego. Él me comenta que usted es seguidora de esta bitácora, que lee lo que yo escribo en ella, y que a los lectores, y más a los muy asiduos, como usted, hay que tratarlos como lo que son, como amigos. “Pero si no la conozco de nada, ¿qué le puedo contar?”, me quejo. Él me da la dirección de su bitácora y me pide que la visite. “Está llena de sensibilidad, empápese de su personalidad; luego escriba”, dice.  

Lanuza
     Lanuza es un sustantivo de interior. Se le queda a una el nombre propio liado al cuello del recuerdo como una blanquita bufanda de lana. Fácilmente una une a estos sonidos ese calorcito de lo excepcional frente a los fríos días del invierno. Usted y yo somos personas maduras, cuerpos en la bajada final de lo físico. Por eso necesitamos estos nombres antiguos y serenos, la vieja paz enquistada en la quietud de la historia. Frente al calor de este fuego toda palabra terrible se hace eco. A mí también me robaron todo. Me internaron en un manicomio, ¿sabe?  

     Trasplantar una vida a un lugar nuevo, como usted dice, no es fácil. Ahora mismo lo estoy viviendo yo, atrapada como estoy en esta venta en medio de la nada. Y no son sólo las dificultades inherentes al cambio, las nuevas paredes, la comida, la gente. Hay un peso en el corazón que no se borra nunca. En su caso está muy claro, el agua inundando la casa que la vio nacer, cubriendo de oscuridad aquellas habitaciones llenas del mágico amanecer de sus primeros días. En mi caso este fin del mundo que lo va inundando todo, este ateísmo emergente.

Ciudad de Jaca (España)
     Ahora usted, con esa cota máxima del pantano a la baja, lucha y vuelve. Pero no del todo, ¿verdad? Está con un pie en cada lado. Uno en el pasado, en el Lanuza del ayer hoy parcialmente reconstruido. Otro en el presente, en la ciudad de Jaca, la extranjera, la de allá arriba. Nunca nada vuelve a ser lo que fue. La frontera del tiempo está cerrada, siempre lo ha estado. “Las raíces siguen vivas, pero… nos faltas tú”, escribe usted. Como a mí, exactamente como a mí. A mí también me falta algo. Y no es algo tangible, precisamente.

     El próximo lunes es Noche Buena. Pediré al cocinero que me prepare una sopita de coscurros, algo tan sencillo como lo fue en su día el nacimiento del Niño Dios. La tomaré despacito, saboreando cada cucharada como una bendición. Para cuando se me seque la garganta tendré dispuesta una copita de cristal barato con un vino de quina, que ayuda al cuerpo en la absorción de los alimentos y aligera el alma. Sentaré a Milagros, la doncella de pelo ceniciento, a mi mesa. Me alegra la vida su presencia. Me atiende con una fidelidad perruna. Es todo lo que tengo.  

Nandy de Lara
     Estimada señora Trim. Me despido ahora de usted. Tenía razón Iacob. Es estupendo su huequecito en internet. A poco que una se interne en su propuesta, se le llena a una el corazón de esa incógnita de dolor y gozo que es la vida. Usted y yo somos casi la misma. Yo aquí, en esta ciudad interior castellano manchega, bajo la escarcha, con mi corazón encogido de nostalgia. Usted en su amada Lanuza, los ojos flotando sobre las mansas e invernales aguas del pantano, oyendo seguramente rebotar en su corazón el eco de la voz de los que se fueron.  




Nandy de Lara




Contactos:

El bosque de trimbolera
El último tercio del crepúsculo



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Ésta es la Sopa de Coscurros a la que me refiero,
que me comí la pasada Noche Buena.



La receta del cocinero, para una persona, dice así:

     - Ingredientes:
        - Un chusco de pan.
        - Cuatro cucharadas de aceite.
        - Agua.
        - Sal.

     - Modo de preparación:
     Se pica el chusco de pan en rodajas finitas y se ponen en un recipiente como el de la foto o en un plato sopero. Se seleccionan cuatro o cinco rodajas. Se pone el aceite en la sartén y se pone al fuego. Se fríen la rodajas de pan seleccionadas hasta dejarlas doraditas y se apartan. Se vierte agua en el aceite y se sala a gusto. Se deja hervir un par de minutos. Se riegan el resto de rodajas en el recipiente o plato sopero hasta que se empapen del aceite y el agua. Se decora al gusto.



Y qué ricas que estaban ....

     

1 comentario:

  1. Y bien saludable !!
    Te doy otra receta: Sopa de ajo.
    Cortas unas sopas de pan.
    En una sartén fríes un diente de ajo y echas las sopas para que se doren en el aceite.
    A continuación se escaldan en un cazo con agua hirviendo y sal. Ya están y son deliciosas !!

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