sábado, 30 de marzo de 2013

Camilo,sí, gracias

      Me llamo Camilo, como Camilo José Cela Trucó. Me apellido Sender, como Ramón J. Sender Gracias. ¿Y usted? Y además me gusta escribir. El niño sube por la escalera de piedra y va dejando un rastro de orines. Camilo, Ramón y yo convertimos los días vívidos en palabra impresa; también los recuerdos: a saber, “la estela del pasado”, que escribiera el poeta. Los ojos de las abuelas, el olfato de las abuelas, el oído de las abuelas, siguen la traza del niño, sentadas como están en las viejas silla del treinta y seis, ahora sin calcetín rojo o azul pero con la obscenidad de los labios fruncidos como bandera para todas. Nosotros no deseamos nada, sólo esperamos la venida del Editor Universal, confiamos en su larga y hábil mano enguantada de justicia y poder. Mientras la espera se come literalmente al tiempo, o sea el dátalid de Juanes, es decir a esos pequeños pedacitos de inanidad en nuestras dilatadas vidas, el niño y las abuelas se suben al lienzo de un tal Velázquez titulado Meina Inversus. Se suben como si tomaran un tren de cercanías. Y, claro, se quiebran, y se estancan: talmente parecen él y ellas disfrazados de algo, un por ejemplo desdentado lenguaraz vertebrado bajo una capa de plástico, o de acrílica, o de vida y caries en desbandada.



      Que mi padre vendiera las broncíneas campanas de la iglesia del pueblo a un grupo de turistas japoneses el mismo día de mi bautizo, como si fueran una reliquia del dieciséis sin apenas llegar a la decena de años, no tiene importancia alguna. Es más, tampoco importa demasiado que por aquella época fuera alcalde electo, ni que en la falsa factura que daba fe de la transacción utilizara el sello municipal, ni que organizara una macro comida campera para acallar las maledicencias y el gorjeo de las tripas de datalides y lenguaraces, ni que en el pleno de fin de año propusiera lo que propuso, aquella independencia y aquel derecho a decir por encima de toda ley pasada, presente o futura. Lo realmente importante para la humanidad, yo diría que inquietante, incluso desconcertante, es que me puso de nombre Camilo, con toda naturalidad, como si tal acto no fuera las mayor de la corruptelas aplicables a un bebé desdentado.




4 comentarios:

  1. Muchas gracias por dejarme cabalgar con tus letras.

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    1. Gracias Trim, por estar siempre ahí.
      ¡Qué sería de nosotros sin ti!
      Iacob

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  2. Un texto muy interesante, con pasajes admirables, aunque, me temo, que no he sabido entenderlo en todo su conjunto. Creo que se me han escapado cosas, quizás porque no tenga las claves que solo estén en la mente del autor.

    Besos y abrazos.

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  3. Este texto, técnicamente hablando, es un texto corrupto, que aparentemente está límpio de polvo y paja. Pero sólo eso. Hay una perversión explicita al usar la primera presona del singular y del plural, junta a la tercera, en lo narrado. Quizás sea eso lo que da esa sensación de extrañeza, o de inseguridad al lector, esa sensación de que me estoy perdiendo algo. A mí, como ciudadano de a a pie, ante tanta corrupción, también me pilla esa sensación de no enterarme de lo que pasa, creo que como a otros muchos.

    Un beso... y gracias por tus palabras, que siempre son agua sobre esta tierra seca en la que vivimos.

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