La sala está llena de sillas; lo menos catorce, de paño naranja, y verde, y azul secreto, como un arcoíris sobre el ojo.
En cada una de ellas un viejo ocupa el presente. Sentados todos; todos con su mirar nocturno, como un barco de nombre Extranjero.
Si cierras los ojos, la sala ya no es la sala. Revienta por doquier el tañido de la carne, como un tic tac, como un frenazo.
Y si hurgas más hondo llegas a la verdad, a ese punto finito que retumba en la mentira, a esa quietud bajo un cielo
sin nombre.
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viernes, 19 de abril de 2013
La sala del presente
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