sábado, 2 de junio de 2012

Rona Randall


Los escritores deben escribir o quedan mentalmente anulados.
Esta apasionada necesidad de expresarse existe en todo escritor.
Distintos tipos de ficción bajo distintos nombres.





          En aquel instante, cuando tú eras sólo la promesa de un faro para mi vida, mientras buscabas el punto y final del fondo del andén desierto, mientras te hacías cada vez más pequeña bajo la luz sucia de los tubos fluorescentes, yo estaba detrás de mis ojos, por dentro, al fondo de la oscuridad que puebla mi cabeza; como esta tarde. Y mira tú que esta tarde había gente en la calle, y muchas palabras entrando y saliendo de bocas y oídos, y música, y un mitin a lo lejos. Pero la sensación era la misma. En ambos momentos, en el de ayer y en el de hoy, yo esperaba. Ayer, para volver a verte; aunque sólo fuera para poder mirar el mundo desde la puerta y no desde tan adentro, no desde la profundidad del vacío del alma, que es lo que sentía. Hoy, para hablarte de esta anulación de la voluntad; para reconocer que la pasión por la palabra es ahora sólo histeria contenida, que es lo que siento. Estaba todo tan vacío pese la continua vibración de los viandantes, todo tan en sordina, todo tan en el lado incomprensible de los otros, que bien pudiera haber sido sólo un sueño. Estuve allí, apoyado en la esquina del edifico como una media hora. Recordé tus palabras. Lola se encuentra muy sola, habías dicho. Como yo ahora, he pensado; y como tú durante tanto tiempo, por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Y me he puesto a llorar, en plena calle, en silencio, con unas lágrimas gruesas, como de lluvia de primavera. Nadie se ha parado a preguntar, y ha habido muchos que las han visto. Luego he entrado en los aseos de un bar y me he lavado la cara. Me he mirado en el espejo y tenía una leve rojez en los ojos, y un brillo enigmático. No, no era eso, era una fijeza como de ausencias. Entonces he recordado a Elena Rincón, el personaje de Millás. Y he sonreído, y he dicho la soledad es esto. Y he vuelto a la esquina, a esperarte.

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4 comentarios:

  1. “yo esperaba. Ayer, para volver a verte; aunque sólo fuera para poder mirar el mundo desde la puerta y no desde tan adentro, no desde la profundidad del vacío del alma, que es lo que sentía.”

    No te imaginas, Iacob, cómo me siento identificada con este texto. Yo también esperaba... Esperaba a un amigo para poder mirar el mundo a través de sus ojos, o tal vez compartir una misma mirada. Pero esperar tiene un brillo de esperanza que no se puede obviar. Es el quizás, tal vez solo un mañana...Pero no deja de ser, aunque leve, la luz de un faro en el horizonte.

    Besos y abrazos

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  2. Gracias Mari Carmen.
    Un beso muy fuerte.
    Iacob

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  3. Me lanzo a tumba abierta, como los valientes, en la esperanza de que algunas cosas escritas y vividas en conjunto te haga no rechazar mi incursión en tu escritura. Walt Whitman dijo: "Me contradigo...¿y qué?". Y Pessoa dijo que "el poeta es un fingidor". Aún tengo en la mente y el corazón tu despedida "por una temporada, quizás para siempre". Y, teniendo en cuenta que has sido Santiago Solano, no hay contradicción. Yo también he sido otros. Incluso David Nihalat es otros. Y Fernando Pessoa fue otros. No tenemos mal gusto compartido. En fin, esto es preámbulo, porque lo siguiente es decir: "Qué maravilla de entrada, qué infinitud de palabra, emoción, pensamiento y concepto". Ya se que no pretendes ser entendido del todo. Y que, posiblemente, en esta etapa, incluso te de lo mismo algo de lo que yo ahora diga. Pero, en cualquier caso, aquí estoy. Yo también quise marcharme a Orzeán y no pude. Un fuerte abrazo, Iacob Shilenuss...qué gran nombre, por cierto. Y qué irónica, profunda, y divertida explicación del mismo. Sí, grande, como fue tu apellido también, en otro tiempo.

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  4. Gracias Emilio.
    Un abrazo muy fuerte.
    Iacob

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