jueves, 20 de agosto de 2009

A LAS ONCE DE LA MAÑANA


A Mila Aumente por prestarme su nombre.


     Mila tiene los ojos verdes, no como la albahaca, sí como la hoja del laurel. Es rubia y el pelo le baja por la espalda. Está sentada en una silla de formica y aluminio, en la cocina de su casa. Todo, en silencio; todo menos el televisor del vecino que no se apaga nunca y que ahora brama con la retransmisión de una carrera de motos. El fregadero, lleno de tazas manchadas de café, y leche, y algunos cereales que no gustan a los niños. También hay platos pequeños, algún vaso. Lleva un pantalón tejano y un jersey amarillo a pico, sobre la carne desnuda.
     La mesa en la que apoya los codos se esconde tras un mantel blanco de hule en el que se desparrama la representación de algunas cerezas, plátanos, manzanas. Sobre el hule, aparte de algunas manchas del desayuno y algunas migas de pan, hay sólo el objeto que Mila observa, con detenimiento, como si le fuera la vida en ello. Ve la mano de plata pegada a la peana rectangular, a la izquierda, y la piedra en el otro extremo. Ve el cristal que sostiene ambos elementos en un ángulo perfecto de noventa grados sobre la peana. Lee lo que hay escrito en él con letras blancas, sobre un fondo azul marino.



XXX SEMANA CULTURAL
A
Mila Aumente
en agradecimiento por su participación
Ayuntamiento de Burujón 2004



     La boca se abre en una sonrisa de gozo. Luego, cuando sólo queda la sombra de la felicidad en su rostro, nadie sabe por qué, empiezan a salirle de las orejas una hilera de hormigas. Unas más grandes, otras más pequeñas. Ella no sabe nada de esto, pero así es. Bajan por su cuello, por sus brazos, tranquilamente, como si ella no estuviera viva, como si ella fuera un camino cualquiera en un campo cualquiera. Las hormigas llegan a la mesa, recogen las migajas, muerden las frutas pintadas en el hule y suben, tranquila, parsimoniosamente. Finalmente entran en la cabeza de Mila. Ella sigue quieta, mirando el objeto que siempre ha estado sobre el zapatero de roble que hay a la entrada de la vivienda. No sabe por qué está sobre la mesa, ni quien lo ha traído; sólo que está ahí, atrayendo la mirada de sus ojos verdes como la hoja del laurel.
     A medida que pasa el tiempo la luz va decreciendo, gradualmente. Mila sigue así, quieta, mirando el objeto con la cabeza en otro sitio. Está en aquella sala de paredes azules, sentada tras el mantel rojo, entre Javier y Emilio, frente al micrófono, con cien personas sentadas mirándola como a una diosa. Ella lee uno de sus cuentos. El silencio es total. El aire se mueve al compás de sus palabras, con un latido de amor y misterio. Luego el aplauso, unánime, rotundo, contundente, como un trueno entrándole en la corriente sanguínea, llenándola de un placer que no había sentido nunca.
     El reloj de campana de la sala de estar comienza a dar las once de la mañana. Con la primera campanada el objeto que hay sobre el hule desaparece. Mila se pone en movimiento. “Tengo grillos en la cabeza”, piensa. Se levanta, coge un trapo de cocina y se dispone a limpiar los restos del desayuno. Pero el hule está limpio. Más aún, el hule es blanco. Han desaparecido las frutas dibujadas en él, los restos del café, las migas de pan. “¿Qué pasa?”, se pregunta. Y entonces es cuando comprende, cuando empieza a hablar en voz alta, sola, como los locos:
     - Claro, las hormigas. Todo esto no ha sido un sueño. En la cabeza no tengo grillos, tengo hormigas.

17 comentarios:

  1. Precioso regalo Santiago. ¿Alguien pensó que para regalar hacía falta gastar dinero? Se equivocaba. Un gesto de una persona próxima seguro que te puede gratificar más que un regalo material, a veces, comprado por compromiso.
    Un abrazo.

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  2. Santiago, disculpa mi atrevimiento, respondas lo que respondas estaré donde estoy ahora. ¿ Podría incluir tu "Tres días tristes en La nieve-Foro de literatura? Es el foro en el que colaboro y podría hacer extensiva la participación en el proyecto a mis compañeros. Sé que, al menos tres de ellos, harían un buen trabajo.
    Otro abrazo y hasta la semana que viene. Me escapo a Valladolid.

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  3. Sé lo que se siente cuando alguien te regala un relato, una poesía u otro escrito. Porque algunos amigos de mi blog me han dedicado algún post en el suyo, y es maravilloso.

    Mila estará encantada con este relato "A las once de la mañana"

    Unos tienen grillos, otros hormigas y, otros pájaros en la cabeza.

    Un beso!

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  4. Cuando Mila regrese, que no se ha ido porque aunque esté en la playa sigue con nosotros, seguro que se emociona ante tu escrito. Yo también recuerdo aquél día. Un día especial en Burujón. Cuando toda esta aventura sólo se soñaba...Qué bonito fue todo...

    Port

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  5. Alicia. Gracias por estar aquí.
    Puedes poner mis "tres triste días" en ese magnífico foro. Y decirle a tus amigos que colaboren.
    Seguiré escribiendo para los amigos, me resulta divertido.
    Un saludo cordial.
    Santiago Solano

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  6. Gracias María Jesús, por estar aquí, tan cerca.
    Un saludo cordial.
    Santiago Solano

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  7. Emilio, espero que ella disfrute tanto leyéndolo como yo escribiéndolo.

    A propósito, ¿no te suena este relato a Hiperrealismo Fantástico?

    Hay algunos elementos en él que entran en lo posible, otros en lo imposible, y otros en lo fantástico.

    No sé.

    Tú dirás.

    Santiago Solano

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  8. El ,relato en sí me ha gustado mucho roza algo a Kafca, pero a través del mensaje de Javier he creído entender que debemos continuarlo, dar cuada cual un final coherente o incoherente. Díme lo que debo hacer. Un abrazo

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  9. Contestación a la pregunta que me hace Santiago en su comentario:

    Más que hiper-realismo fantástico a mi me suena a realismo hiper-fantástico. O quizás esté más cerca de una fantasía hiper-realista. Aunque quién sabe... es posible que otros críticos lo encuadren en la realidad hiper-fantástica.

    Es realmente dificil clasificarlo.
    Quizás si investigamos el significado de la habitación... y el significante de las tazas y el hule...Pero aún así...Es una ardua tarea...Y, como siempre, entra la subjetividad de la crítica.

    Port
    Port

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  10. De lo que no hay duda es de que nos estamos divirtiendo y que la ceremonia de la confusión va en aumento...A Beckett seguro que le encantaría todo esto... Él, que nunca reveló quien era Godot... Aunque me salte de página...a ver si resulta que Godot era el famoso anónimo. O Elvirita. Vaya Ud. a saber.
    Y repito: sin sentido del humor la vida sería muy triste. Y la Literatura es parte de ella, ¿no?. Santiago...¿pero que te hicieron en el hospital?...yo creo que lo de la pierna fue un pretexto...seguro que en la cama o la habitación de al lado estaba la madre de Elvirita...y que te pidió encarecidamente, después de contarte la problemática de su hija, que nos metieras a todos en este asunto...que lleva camino de mezclar todo, no sólo relatos, principios y finales, sino incluso comentarios que saltan de un espacio a otro. Como diría Javier...¿Estás contento?...

    Port

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  11. Y mira que yo estuve en ese Burujón de 2004!... Pero no recuerdo a Mila. Claro, que tampoco a Emilio, y me dicen que estuvo.

    Tengo fotos que atestiguan lo que digo.

    Es que yo, en aquel entonces, como empresa externa que era, me dedicaba más a las relacciones con la Hostelería del lugar que a la poesia en sí misma.

    ¡Cosas de la edad!.

    Pero ya vemos que, al fin, estamos aqui todos, comiendo del mismo plato.

    Bienvenidos a este casi Septiembre que se anuncia con sol aún de Agosto.

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  12. Gracias Emilio por tu respuesta. Dejas claro que está en la frontera de cualquier clasificación que es justo lo que se pretende. Estar en la frontera, o fuera si es posible de todo.

    Santiago Solano

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  13. Estimada Carmen, te adjunto aquí debajo la convocatoria.


    Si has leído TRES DÍAS TRISTES sabrás lo que le espera a esta niña de seis añitos llamada Elvira. Antes del trece de noviembre de este año, se quedará huérfana, se volverá loca. Nosotros, como escritores, no podemos permitir que pase eso, nosotros no creemos en el destino, nosotros hacemos el destino.
    Salvemos a Elvirita.
    Envía tu propuesta, llamémoslo relato de salvación – extensión trescientas ochenta y siete palabras, ni una más, ni una menos – a madrid@literonauta.com antes del diez de noviembre de 2009.

    --------------------------------
    P.D.
    Si hay suficientes textos para un libro, habrá libro.
    Si hay suficientes textos para una revista, habrá revista.


    Un saludo cordial.
    Santiago Solano

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  14. Estimado Emilio.

    Ya sabes, porque lo has leído, que en la sala de operaciones no entré yo solo. Estaban los médicos, las enfermeras y yo, el paciente, como es natural.

    Pero te puedo asegurar que también estaba Don Quijote y su amigo el gordo, y no sé por qué. Y un poeta al que le temblaban las palabras en un papel y al que finalmente le llamaron a no sé donde.

    Y efectivamente, estaba ya Elvirita y su mamá; y esa señora vestida de negro con un aspecto horrible, blanca como la cal.

    De ahí salí un poco confuso, si es verdad. Me llamó mi jefe y le hablé de tú, que se quedó pasmao. Y luego, en casa, con la pierna lleva de trapos hasta arriba, que más parecía momia que yo, pues eso, pastilla va, pastilla viene... y alucinaciones. No he dejado de tenerlas desde entonces.

    Vivo ahora en un mundo sin estructura, un mundo que se desliza ante mí como si tuviera vida propia.

    Un saludo cordial.
    Santiago Solano

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  15. Es verdad Manuel, que entonces parecía que la palabra no existía para ti... vamos que no hubieras escrito nunca.
    Y ahora, ya ves, de lleno.

    Y claro que no estuviste en esa sesión. Esa sesión fue el año siguiente al de la poesía, ya no recuerdo el número. Fue el año de la prosa.

    Lo que pasa que ya ves que la confusión últimamente me persigue...

    ¿O no?

    Un saludo cordial.
    Santiago Solano

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  16. ¡¡Qué sorpresa tan bonita, Santiago!! He hecho un paréntesis en mis vacaciones playeras para ser madrina de la boda de mi hijo Rubén y me encuentro este maravilloso regalo. Lo que escribes de "esa Mila" me ha producido tanta emoción, que estos ojos, siempre delatadores, no han podido controlar las lágrimas. Me encanta cómo describes las tazas, el hule... Y el hormigueo que esa mujer sintió aquel día tan especial.
    Aquella tarde, las hormigas voladoras me transportaron a ese mundo donde habita mi otro YO. Y te aseguro, que fue un viaje excepcional.
    Muchísimas gracias.
    Un fuerte brazo.
    Mila

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  17. Gracias a ti, por estar aquí, con nosotros, y ahí, en casa con los tuyos, que ya tiene mérito.

    Un besazo.
    Santiago Solano

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