jueves, 29 de octubre de 2009

Otoño




     Es inútil resistirse. El otoño llega, y con él el frío y el viento. Me tiemblan las ramas, no lo puedo evitar. Las hojas se me amustian. Mírame, todo vestido de rojos, amarillos y marrones; yo que era tan verde. Sigo igual de alto. Miro desde las puntas heladas de mis ramas las nubes grises, las nubes oscuras. Siento caer el agua, la siento penetrar la tierra. Ahora el agua no es un lujo. Se arremansa a mis pies. Vienen los pajarillos a beber. Luego se me suben encima, buscando algo para comer. Abajo la piel se me va pudriendo. Me da vergüenza, mucha vergüenza, la costra caída.

     Lo único que me molesta es no poder moverme. Si pudiera todo sería distinto. Sería el árbol más feliz de la tierra, un árbol relizado, un ser excepcional. Eso sí, sería otra cosa.


13 comentarios:

  1. Dice una canción mexicana: "Arbolito, arbolito no me abandones..." y eso es lo que hago al ver el casillero...y es que vas tan deprisa, Santiago, que no das tiempo al "recogimiento" de la cosecha. Por cierto, una de las versiones que más me gusta de este tema es la de Aida Cuevas, aunque la canción la cantó Pedro Infante también...Esta canción la cantaban mi madre y mi abuela y me trae recuerdos de aquella época, en que la gente cantaba en sus casas y nada iba tan deprisa y la vida era normal, sin grandes esperanzas, sólo un trabajo, una familia y una estabilidad personal. Era una época donde yo veía las cosas con más sencillez y tenía las ilusiones propias de todo niño: crecer y encontrar la felicidad... Algo debió cambiar cuando salí de España la primera vez. Ya nada fue igual...Ni siquiera los arbolitos...Pero todo eso está, disfrazado, en la novela que publique hace tres años...A veces me gustaría poder descansar un poco de tanto intento de encontrar caminos imposibles y de la lucha por vencer a la vida y sus designios...Uff, cuánta filosofía y tú que lo único que habías hecho es escribir sobre el Otoño...perdona, me pasa lo que a ti, cuando escribo me paso, me paso...no tengo arreglo.

    Port

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  2. Querido Santiago: El otoño nos llega a todo ser viviente. A mí me gusta mucho esa estación del año y contemplar la transformación de los campos: el color de la hierba, las hojas de los árboles... Todo ello adquiere tonalidades distintas que incitan a dar rienda suelta a los sueños. Para los humanos, a diferencia de otros seres vivos, ESE OTOÑO sólo es la antesala de un invierno lleno de incógnitas.

    Me ha gustado mucho como describes tu otoño particular. Definitivamente, Santiago, eres un romántico, ¿o no?

    Un beso.

    Mila

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  3. El otoño, la estación perdida y olvidada.
    Para muchas personas sólo es el mensajero o precursor del invierno, pasan de puntillas sin disfrutar de lo que nos ofrece: maravillosos amaneceres, una luz especial...
    Tú conociendo Asturias, sabes lo que se siente paseando por un bosque de hayedos con esos tonos ocres que también describes, sabes lo que se siente admirando las mareas vivas de nuestro mar...Frío, melancolía si, pero también una enorme belleza y serenidad.
    Un beso.

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  4. Intento disfrutar del otoño, como del resto de las estaciones de mi vida. Sin embargo es la que más obstáculos me pone para que eso ocurra.

    Primeramente el otoño despacha al verano, mi preferida junto con la primavera. En el verano los días son más largos, las vacaciones incitan a conocer nuevos lugares, llevamos menos ropa en el cuerpo y más desinhibida el alma. Disfrutamos con más intensidad de todos los sentidos, en todos los sentidos y además con más tiempo.

    En el otoño hay menos horas de claridad y me afecta anímicamente. La presencia del sol recarga mi batería y en su ausencia prolongada me embarga una tristeza mélancolica.

    Del otoño me gusta nuestro bosque multicolor y que recupero mi afición cinéfila. La tarde perfecta de un día gris de otoño es una buena película, en pantalla grande, en buena compañía.

    Santiago, me ha gustado tu descripción del otoño, ese árbol que se desnuda mientras nosotros nos ponemos, irremediablemente, cada día más ropa.

    Besarkadatxu bat

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  5. Otoño. Mi querido y deseado Otoño: La mejor estación de año. Resumen maravilloso de la Primavera y el Verano. Donde el color único de la Primavera se convierte en una pintura interminable de colores que compite hasta con el arcoíris más descarado. Donde el Verano te deja en el refugio y el cúmulo de hojas que llueven cada día, se convierte en un revuelo de viento en las esquinas. Y las tardes melancólicas predisponen a sentir amores que caducaron y se rejuvenecen. Ah, y Paul Verlaine se materializa en su canción inolvidable:
    Los sollozos más hondos
    del violín del otoño
    son igual
    que una herida en el alma
    de congojas extrañas
    sin final.
    Tembloroso recuerdo
    esta huida del tiempo
    que se fue.
    Evocando el pasado
    y los días lejanos
    lloraré.
    Este viento se lleva
    el ayer de tiniebla
    que pasó,
    una mala borrasca
    que levanta hojarasca
    como yo.

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  6. La verdad Emilio es que la desnudez de los árboles en el otoño nos lleva, muchas veces, a las estancias imposibles, a ese querer ser lo que no podemos ser: pasado y presente a la vez.

    Anteayer, viniendo hacia Burujón, en el coche, alguien comentó que todo estaba muy cambiado, que apenas sí se reconocía en los paisajes que íbamos dejando atrás.

    Y el mismo día que puse este texto vi en el Campo del Moro la lluvia de hojas de un árbol sobre el césped verde: era de una belleza espeluznante.

    El otoño es tiempo, sí, de mudanza. Pero no sólo el otoño, el invierno, la primavera, el verano. Todo ello nos va diciendo, mostrando, advirtiendo que la esencia de la vida es precisamente el cambio; que sin cambio la vida es: ¿nada?

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  7. Si ser romántico, Mila, se entiende por decir lo que se cuece por dentro sin sentir vergüenza e importándole a uno tres pitos lo que piensen los demás. Sí, lo soy.

    En otras cosas que les cayeron a los románticos, desde luego, no. No soy adicto a los cementerios ni a la melancolía, ni la multiplicidad de mis "yo" son todas así.
    Un beso.

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  8. Mari Carmen, cada día escribes mejor. Me llevas de la mano, con este pequeño comentario a casa, a Peña Mayor, a Peña Mea, a Sotodagues, a Barredos... A esa casa del ayer, claro. Ahora, me pasa un poco como a Emilio: todo ha cambiado, ya no soy el niño, joven... que fui.

    Un beso

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  9. Alicia, me encanta ese final de tu comentario, esos contrarios que se abrazan en nuestros corazones.
    Un beso.

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  10. Gracias Valeriano por venir hoy a charlar, a tomar café a ésta tu casa, a dejarnos ver el resquicio de un corazón latiente... ¡Que parece que algunos ni lo tuvieran!

    No porque no pongan comentarios aquí, claro, que eso tiene poca importancia, si no porque van tan arropados en lo suyo que ni se ve.

    Y eso sí me preocupa, el que no seamos capaces, por miedo, o por ve tú a saber que cualquier otra calamidad; no seamos capaces, digo, de compartir lo humano que llevamos dentro con los otros, que se suponen también humanos.

    ¡Chacho, cuánta palabra en el otoño!

    Un abrazo.

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  11. Gracias Santiago.
    No sé si escribo mejor o no, pero lo que tengo claro, es que si lo consigo es gracias a vosotros. Entre todos estáis consiguiendo que mude mi piel de lectora, que me despoje de su mirada...para mirar, sentir de otra manera distinta que me permita congelar en un relato, en un comentario... todos los instantes.
    Ni Emilio, ni tú, ni yo, somos los niños, jóvenes...que fuimos. El paso el tiempo nos cambia a todos, también ha hecho que os conozca en estos momentos, y porque me gusta como sois ahora...estoy aquí, junto a vosotros.
    Un beso.

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  12. Santiago, gracias por tu comentario, y por acogerme con cariño en el saloncito de tu blog.
    Gracias de verdad por todo...
    Besos

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  13. Querido Santiago... Es inútil resistirse. Tus ramas deben dejar caer la belleza de tu voz y los pajarillos beber de la honestidad de tus palabras. Eres ese árbol, al que todos los sedientos nos arrimamos, para estar seguros a tu sombra. Un beso

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