lunes, 17 de mayo de 2010

LA HUIDA

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"Bajamos. El Guadalquivir

y la primavera son uno
y pasan. Los meandros quedan
atrás, al lado de la calle quieta
del pasado. Es como si una canción
se tornara fuego de odio y cayera
en la plaza; para que yo
sucumba. Tu palabra sigue
manchando mis días.
.                                  Bajamos
hasta el mar. Es la sal y el horizonte.
Los ojos siguen la costa, cual niños
embarrados por el miedo y el llanto.
Saltamos todos a tierra. ¡Qué suelo
rojizo y seco, paja y sol!
Allí vivía Korckú, bajo el viento
verde de los árboles, con la piel
de pantera estirada y negra. Luego
el amor se vistió de estrellas.
..............................................Sí,
África es así, muy caliente,
como el sur del beso. Allí los hombres
Sumac son la sangre de dios
corriendo por la humana carne
del ahora y del mañana. Bajamos
hasta el corazón verdadero
de las tinieblas. Y volvimos
a sus brazos; ahora ya carne
en mi carne. Y fuimos uno."

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Aquí el maestro enmudecía,
miraba el horizonte. Luego,
como si no pudiera respirar,
alzaba la copa. Y Venus caía.

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       Manuel, yo hice el viaje solo, huyendo de la palabra de mi padre. Él siempre quiso el claustro y la oración para mí. Me embarqué y llegué a la llanura con otros aventureros y fugados. Aquella gente era como yo, nada nos retenía en ninguna parte. El cielo y la tierra se extendían hasta más allá del capricho del ojo. Era imposible abarcarlo todo. Caminamos por la aridez, a pleno sol, sin importarnos nada ni nadie. Y luego, cuando aprendimos, bajo las estrellas y la gran luna blanca. Caminamos años, de un horizonte a otro, zigzagueando, siempre en la cabeza la imagen y la quietud de las aguas inmortales del gran lago.
       Finalmente, Manuel, nos topamos con la aldea, allí, al final de nuestros pasos, en medio de nuestra nada. Aquellos hombres altos, negros como el picón, fuertes como la roca, eran los Sumac, o sea la sangre de los dioses en la tierra, que eso es lo que significa tal nombre. Y, después de la gran prueba - ¡Ah, Manuel, la tiniebla! No te internes nunca en ese bosque -, cuando nuestros corazones echaron raíces y se hundieron en la tierra, cuando todos nosotros éramos ya sólo la luz de nuestra propia sombra, la conocimos a ella: Korckú, la Hija de la Arena. Y ella no era bella, era la belleza. Las palabras se le enredaban en el cabello y mutaban en sentimientos. Mirarla era caer directamente en la embriaguez.



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       Aquí había un texto de contestación al primer comentario realizado por Emilio Porta que se ha perdido, por cuestiones técnicas - sí, amigos, primero fallé yo, que no hice una copia de seguridad, y luego blogger; o sólo yo que en un despieste lo he borrado -, para siempre. Sí, recuerdo lo que decía, pero no lo escribiré de nuevo. Y esto no es un chiste.







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       Verdad Mari Carmen. En África uno encuentra la esencia de las cosas. Los atardeceres no son sólo tiempo de cambio, son también tiempo de compasión; y, sobre todo, tiempo ofrecido a la vida para que se detenga: tiempo de ofrenda. Desde el mismo momento, desde el instante mismo en que ella pronunció mi nombre, fui comprendiendo cual habría de ser mi destino. “La sangre de los dioses sobre la Hija de la Arena”, era mi nombre. Tal cosa y no otra significa SumacKorckú. He aquí la índole de mi espíritu, mi verdadero nombre, el nombre oculto por el que ella me llamaba.
       Verdad Mari Carmen. Ahora estoy a vuestra merced. Pero no me importa, ya nada importa. Mi sangre sigue sobre la arena, sin evaporarse, como el agua sobre el canto de una moneda. Nada ha cambiado desde entonces. El tiempo es un lago remansado. Aquí no hay viento, sólo esta quietud que se expande sin tregua por la llanura multiforme de la eternidad. En la tierra de los Sumac, tras el rito de la unión, fuimos exactamente eso. Argamasa de arena y sangre. Ella y yo, allí, la piel desnuda, rodeados de los ancestros: cabras, asnos, dromedarios, agua estancada bajo un manto de moscas, con la sabana al fondo. El rugido de los leones era un contrapunto de poder que pesaba livianamente sobre nuestro amor. Y al lado de este poder, el canto de un grillo, como si nada; como si en nuestro mundo no existiera más que la mentira.
       Pero ya era tarde. Era hora de volver.









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       Ya le advertí a Manuel que no entrara en las tinieblas. El corazón de la placida realidad y de la vida serena está siempre fuera de ese espacio umbroso que contamina las líneas del tiempo. Yo, y no soy el único, cuando subo a escribir a este Monte Cuatro D, las veo con toda nitidez. Eso tiene esta subida, esta altura. Se ven desde aquí la total infinitud de los puntos tridimensionales. También todas las líneas de tiempo, esos movimientos que desde el alma humana, a la que bajo exclusivamente para depositar estas palabras, son sólo vidas que pasan. Sí, las tinieblas de Coppola, y antes la mía, y después la de Irak, son sólo eso: espacios umbrosos adosados a las líneas del tiempo. Aplíquese el cuento D. David Nihalat Conrad. Sí Conrad. Ya ve, yo si sé de su segundo apellido. Y esto no es magia negra, sólo ciencia.





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       Desde aquí, estimada Alicia, te escribo. Desde este cuarto de seis por cuatro por tres metros treinta. Todas las paredes de piedra, la ventana ornada con rejas-cárcel, la puerta de madera y viejas bisagras oxidadas, con un ventanuco a la altura de la cabeza que no sirve ni para que alguien me vigile - nadie me vigila ya, me han abandonado a mi suerte -; la mesa antigua vestida con mapas pretéritos, cábalas paleolíticas, vela de cera de abeja y mecha de algodón. Todo el techo de madera tallada: flores, árboles, montañas, signos indescifrables.
       Desde aquí, mientras todos duermen, examino el mapa de tu vida, el hilo de tiempo que tensa tus días. Y sí, tu vida está llena de gusanos que se retuerce y babean en el abismo terriblemente próximo de las arenas del Guadalquivir. Y veo. Sí, veo la amalgama de colores fantásticos llamados falsamente vida, y la solemne careta del pensamiento, y las múltiples caras de África que remansan en mi corazón. Sí, y veo también el efecto que producen en ti. Es el mismo efecto que produce la unión de las moléculas contenidas en dos gotas de agua, pero sólo cuando van a formar un bello y frio copo de nieve.
       Desde aquí veo la casualidad que une las dos líneas de tiempo. No hay otra: la palabra. Si, La palabra hilvana una leve túnica que preserva la vida del frío tridimensional. Son esos dos puntos de la vida en movimiento que utilizan el mismo espacio: ese roce eterno. Y también, ¡cómo no!, la causalidad. No hay otro: el baile de los planetas, como una canción eterna que se repite. El nacimiento de una estrella: la luz en tu corazón.
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Sí, Emilio, diez años después, el nacimiento de una estrella.



14 comentarios:

  1. Africa e smuy calienet... como el sur del beso...

    ¡Que belleza, Santiago!. No se yo si será por esto que Rosa desea intensamente que vayamo a Africa. Me temo que no tengo más remedio que sacar un billete para Rwanda...

    Magnífica serie la tuya.

    Un abrazo.

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  2. Santiago...nos desbordas. Como el río. De agua y arena. Es tanto lo que nos muestras...y con tanta abundancia, que es imposible resaltar todas las increibles deducciones para la mente y el espiritu que se derivan de tus entradas...Y mira que te sigo...pero si me dedico a analizar sólo tus textos me convertiría en un ser monográfico. Y eso que yo te pongo "cositas" y tú has decidido concentrarte. Entendible. Pero claro, eso crea dinámicas distintas. Es tu elección, o la que puedes tomar en estos momentos: dejar que todo fluya a partir de tu río y no chocar con los afluentes. En este meandro me quedo. Porque tengo que navegar por las aguas comunes y las propias. Qué sepas que todo esto que viertes es magnífico. Y tremendamente completo. Lineal en espiral, multilineal...y esférico, siempre esférico...personal y globalizador. Enhorabuena.

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  3. África, de rostro joven, donde habita el silencio. En un paisaje formado por arena, viento y tiempo.

    África ha quedado gravada en mi recuerdo. De mis viajes lo que más valoro son las sensaciones y las gentes...y de allí llegué con las maletas repletas. Entiendo que hayas podido encontrar la belleza. Recuerdo la belleza de las mujeres nubias. Altas, del color del ébano...con movimientos elegantes, casi felinos.

    Tres veces he viajado a África, ahora, gracias a ti la cuarta. África y sus gentes se adueñan de uno ¿Verdad Santiago?

    Besos y abrazos.

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  4. "Ten cuidado: si luchas demasiado contra los dragones terminarás por ser uno de ellos"

    Proverbio.

    No es el caso. Aunque matando a los amigos y comiendo su carne uno, simplemente, se queda fuera de la sociedad. Imaginariamente.
    El verdadero escritor, dirás, está fuera de ella en el proceso. En el proceso puede. Y en el resultado también, si es verdadero.
    Así nos mezclamos con los que sufren las invasiones bárbaras.
    Y si no corremos bajo las balas de los "mosquitos" armados hasta los dientes...nos aniquilaran. Ni los ritos nos ampararán. Si lo hizo la voluntad de un pueblo, con mucha sangre derramada, para rechazar al invasor. Eso fue Vietnam. Pero en Irak se volvió a repetir la escena. Esta vez por petróleo. Nunca es por ideales. Qué tristeza.
    Claro, los ideales los devoró, hace tiempo, la pantera negra. Ella se llama Poder. Ella se llama explotación. Ella se llama crueldad.
    Se llama Apocalypsis. Y, sin embargo, algún día, escapará de su locura en su definitiva huida.
    Y será vencida por la solidaridad, el amor y el Bién.

    David Nihalat

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  5. Port se fue al desierto para encontrarse a si mismo (“El cielo protector” de Paul Bowles y la versión cinematográfica de Bernardo Bertolucci le llevó allí)... Ahora regresa, atónito, en este fin del mundo y el recomienzo insólito que planteas.

    Ahora regreso, de nuevo, yo también.

    Port

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  6. Sí, Emilio, pero nunca volvemos
    Un abrazo.

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  7. Tras ese viaje por los meandros del Guadalquivir, cuál gusano que se retuerce y babea en el abismo terriblemente próximo, sumergiéndose en cada una de las heridas supurantes de esa burla con amalgama de colores alegres llamada vida, y de esa careta solemne llamada pensamiento, he llegado a intuir las múltiples facetas de África e introducirme en el subconsciente de Korckú.

    Santiago, a veces el ser uno se asemeja a ese escalofrío interno que bien pudiera ser el resultado de la fuerte unión de las moléculas contenidas en dos gotas de agua para formar un bello y frio copo de nieve.

    Por último te diré que no sé si habrá sido la casualidad o la causalidad pero ayer sobre las once de la noche vi caer a Venus. Estuve en una aventura astronómica cuyo objetivo era divisar todos los astros de la inmensidad del cielo. Vimos Saturno con sus anillos y sus planetas. Entre ellos vimos a Titán incrustado en una oscuridad infinita. No faltó a la cita Marte, el planeta rojo. La protagonista principal fue la Luna. Se resistió a quitarse todas sus prendas para enseñarnos su lado oscuro. Sin embargo divisamos sus cráteres, el Mar de la Tranquilidad, los Alpes lunares… Todo ello desde 8 telescopios, siendo el mayor de ellos de más 350 aumentos. Verdaderamente un placer para los sentidos y una oportunidad que me ha ayudado a entender mejor ese anochecer que describes.

    Un abrazo.

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  8. ¿Cómo lo ha descubierto? Cómo ha descubierto que Joseph Conrad pertenece a una rama de mi familia? ¿Es usted brujo o mago, señor Solano? Sí, es cierto, uno de mis apellidos en Conrad...aunque hay un pequeño error...pequeñisimo, ya que el descendiente de Conrad que unió su sangre a la de mis ancestros no fue el padre de mi madre...sino el padre de mi padre. Mis verdaderos apellidos - aunque en Armenía, en la rama sefardita armenia a la que pertenecen los Nihalat - no se pongan en los documentos todos los apellidos...bueno, mis verdaderos apellidos son Nihalat Goncalvez Conrad...En cualquier caso Ud. ha sabido ver algo que nunca sospeché que nadie, salvo mi familia más cercana, supiera. Los Goncalves ( ahora González en la Castilla actual) son la rama hispana de mi genealogía.
    Muy interesantes sus apreciaciones, obtenidas, seguramente, por percepciones extrasensoriales o el análisis de algunas claves de mis escritos.
    Un saludo.

    David Nihalat

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  9. Si volvemos...pero no materialmente. Volvemos a través de la memoria y del pensamiento.

    Port

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  10. De hecho, monje de Sumac-Korckú, a pesar de lo que pensaba al mirar a través de la ventana, él nunca estuvo sólo en Saigón, yo nunca estuve sólo en Saigón.

    Conrad.

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  11. Y encima Hal...y 2001 Odyssea del Espacio...me vas a matar de felicidad...Dos películas fundamentales, no sólo en la Historia del Cine...sino en la Historia de la Cultura, el gran paso del Hombre, en realidad, el Hombre.

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  12. Santiago, perdona pero tengo que corregir un error. Titán es el satélite más grande de los más de 60 que tiene Saturno. Había puesto que era un planeta. Subsanado el error te comentaré que también es el satélite mayor del Sistema Solar. Lo vimos perfectamente junto con otros cuatro satélites menores.

    Besos.

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  13. ¿Qué pasa después, en esta versión, de "An Space Odysee" 10 años después? No la conozco...que ocurre...es como si quisieras tu mismo transformar el pasado? ¿A eso te refieres con que nada vuelve? Kulbrik no está aquí.
    ¿Qué juegos de magia te traes entre manos? Es como una novela de misterio por entregas intertextualizando las imáganes. Supongo que el mensaje podría relacionarse con el mensaje de Heráclito: nada es, todo cambia.

    Port

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  14. Santiago, por la hebra y el hilo se saca el ovillo. A ti te dan una hebra de hilo, te haces un traje y por el traje se conoce al personaje.

    No sé a dónde vamos y a ratos no sé dónde estoy pero te sigo ya que no dejo de asombrarme de lo buen sastre que eres en la labor de tejer las palabras.

    Un abrazo

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