sábado, 23 de junio de 2012

LÁPIZ ELECTRÓNICO

Stephen Baxter
POR ALUSIONES
     - Hola, vengo buscando una pastilla de historia antigua – excreta Cecé (1). 
     - ¿Y se llama? – impele el otro.  
     - “La Tierra, ¿origen o paraíso perdido?”, de un tal Marcial Lafuente Estefanía. 
     El tendero se queda una fracción de segundo inmóvil, como si estuviera pensando, o como si hubiera recibido una bofetada, que diríamos nosotros. En esta quinta luna madrigaleña dirían que como si hubiera recibido un castigo injustificado de lluvia ácida, un corrosivo escupitajo de partículas de cobre y amianto. Luego reacciona y materializa sobre la cabeza de Cecé un pañuelo de seda. Es de fondo gris; o sea con clara alusión al fuego eterno. En él, un signo de interrogación granate, en el centro, que es como un exabrupto, casi como un insulto. 
          - Hombre, tampoco hay que ponerse así. Es sólo el título de una pastilla. Si es verdad lo que cuenta Bendhis, el Soñador, es algo inquietante, incluso perturbador; pero también es verdad que como Observador que soy no puedo limitarme al presente, he de contar también con el pasado. Y ese pasado, o hipotético pasado, según considera Lamiur, el viejo Observador de Cuarta Luna, puede explicar muchas de las características que nos definen. Es una observación a la que no puedo renunciar. 
     - Siento decirle que no existe tal pastilla. 
     - Entonces, ¿Bendhis y Lamiur mienten? No lo entiendo ¿Con qué objeto?

René Barjavel,  también por alusiones

     - Reitero, no hay una pastilla con esa información, con esa denominación de origen si prefiere. Al menos tal y como entendemos, adquirimos y degustamos en la actualidad las pastillas. Nada de entrar en la cabina, nada de introducirlas en la ranura de expansión cuántica; y nada, desde luego, de dejarnos empapar el cuerpo todo con sus aromas. Sí, nada de eso hay. Sí existe, sin embargo, en la Sección Oscura un, un, un lápiz electrónico, lo llamaban ellos, Los Antiguos. Un artilugio pasado de moda con unos, unos, unos, unos textos que una vez descifrados y convertidos en pastilla llevan a un, un, un lugar sin retorno, a un lugar llamado locura, más allá del horizonte Zen. Nunca he vuelto a ver a ninguno de cuantos han bebido de esa fuente. Sencillamente, desaparecen. ¿De verdad que quieres entrar ahí? 
     - Ya me estás intrigando, alentando, predisponiendo. ¿Qué es un texto?
     - A mí, no me preguntes, yo soy sólo un pobre vendedor de pastillas. Yo, ni siquiera las produzco, eso es cosa de los Productores; yo sólo las vendo. Y de componerlas, ni te cuento; eso es cosa de, de, de los Compositores. Repito, yo sólo las vendo. Es verdad que consumo, que me gustan, que las disfruto; pero de ahí a saber de todo hay un trecho. 
     - Ya, ya, pero, ¿de verdad que no tienes más información? 
     - Mira, no sé; pero dicen que un texto es una posible representación de la realidad, una abstracción que se da en dos vertientes, una gráfica y otra auditiva. La gráfica es comprensible, nuestros pañuelos son algo parecido; tienen cierta similitud, sí. La auditiva, ni sé a qué se refiere. Audio es un concepto que se perdió en la Noche de los Tiempos. Lo dicho, un absurdo de, de, de otra realidad más allá de nuestra comprensión. 
    - Pues qué interesante, ¿no? Me pueden dar el premio Gran Observador por esta observación. 
     - Pues a mí lo que me da es que... Mira, allí, algunos han conocido a los Morlocks,


Morlocks
o a los verdaderos monstruos de la mente; algunos, incluso, han accedido a las ecuaciones asesinas y han sido devorados por una realidad llamada fantasía, por algo caótico y maligno en, en, en estado puro. 
     - O sea, que tú eres de los que piensan que esa pastilla no es historia, que es ciencia ficción. 
     - No hay pastilla, te digo… y sí, creo que es un camelo. 

..........
(1)
     Los Madrigaleños, para interactuar con su entorno, como ya he descrito más arriba - la apertura de una puerta, por ejemplo -, utilizan puntos de luz que lanzan sobre los objetos de su interés. Para comunicarse utilizan también luz, pero sólo en frases sencillas. Expelen una cadena de formas geométricas, con una serie de movimientos determinados, que se mantienen en el aire un instante y que rápidamente se desvanecen. Para frases más largas, como la que nos ocupa, utilizan dibujos realizados en seda, ora elementos claramente reconocibles, edificios, útiles de uso diario, etc.; ora simples signos alfanuméricos sin sentido aparente, al menos para nosotros. Desde cualquiera de sus cuatro aberturas ovoides expelen una madeja sobre la cabeza de su interlocutor, que se mantiene ahí rompiendo todas las leyes gravitatorias conocidas, y de la que, en fracciones de uno o dos segundos como mucho, van materializándose los mensaje, todos insertos en lo que pudieran parecer pequeños pañuelos de bolsillo. Cada dibujo tiene su sustancia significante específica, dejándose los detalles, adjetivos y demás connotaciones, a la disposición y los colores de los elementos representados en el rectángulo, cuadrado, o círculo de tela realizado. Una vez asimilado el mensaje, el propio receptor, mediante un punto de luz blanca, ordena el repliegue del mensaje a su punto de origen; o sea que vuelve a formar parte de la redondez de la madeja. Es esto, para un observador terrestre, algo mágico y sin sentido. Sí, los hilos de seda se mueven a velocidades vertiginosas, como si tuvieran vida propia, o como si unas manos invisibles tejieran y destejieran la tela. Efectivamente, como pequeños pañuelos de colores. ¿Esta frase? Sí, claro, esta frase en concreto se ha representado mediante dos telas rectangulares, una en azul, con un sol amarillo en el centro, la otra en blanco, con una hoja de castaño en relieve, flotando sobre una verde pradera.


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René Barjavel


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2 comentarios:

  1. Me gusta este diálogo lleno de alusiones a otras cosas.
    Leía la Noche de los tiempos, y me gustó mucho. También "Las máquinas del tiempo" de Baxter, y también me gustó mucho.
    Pero esto tuyo me deja...
    Me gustaaaa.


    Elia

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