sábado, 14 de julio de 2012

IMÁGENES FUGACES

Lápiz USB
POR ALUSIONES
     - Bueno, admitamos que no hay pastilla - excreta Cecé -. ¿Y entonces qué? 
     - Pues que tendrías, primero, que so, so, so, someterte a un cambio estructural de tu cuerpo, a caballo entre lo mecánico y lo genético – impele el tendero. 
     - Eso suena muy fuerte, ¿no? 
     - No hay otra manera de acceder a la información de ese lapicero electrónico. Y no sólo eso. Luego tendrías que comprar y asimilar a ritmo lento una pastilla extendida de lenguas antiguas, que ya sabes lo caras que son. Y, ya, ya, ya, ya sabes; aguantar una larga y tediosa estancia en cabina. Con estos dos elementos, con tu entrada USB integrada en un micro ordenador inmerso en tu cuerpo y unido a la fuente sináptica específica que se creará en tu cerebro, y con la asimilación de lenguas, accederías a un, pro, pro, pro, proceso cognitivo muy particular, a una manera de intercambio de datos tipo etéreo, demasiado etéreo para mi gusto, a un sistema de intercambio de información utilizado por los Antiguos. Ellos lo llamaban leer. Un proceso de asimilación de lo más ineficaz que te puedas imaginar. Cuando leas, que es de una simplicidad supina, sólo ir recorriendo con uno o dos de tus ojos una secuencia lineal unidimensional, se irán formando en tu cerebro una serie de imágenes fugaces. 
     - Imágenes fugaces. ¿Y qué es eso? 
     - El texto no es asimilable a nivel orgánico, no es sustancia, es sólo huella. 
     - No entiendo, ¿cómo algo tan frágil puede hacer tanto daño? 
Leer
POR ALUSIONES
     - El verdadero problema no está en leer la información. El problema está en, en, en, en convertirlo en pastilla. Ningún Productor querrá ayudarte; no, desde luego como lo hacen ahora, cuando presentas tus informes como Observador. Eso, esa pastilla, no lo, no la compraría nadie. Nuestra civilización ya tiene demasiados intereses como para buscar algo más allá de lo razonable. Ya sabes, ten, ten, ten, tendemos a la reducción. Ningún Compositor querrá analizar y reescribir una secuencia genética re interpretable. Lo que es, es; lo que no, simplemente no es. Estarás sólo frente a los sueños, sólo frente al esquivo espíritu del alma de los Antiguos. 
     - Es fascinante. 
     - Si tú lo dices. Además, ¿qué Distribuidor que se precie se arriesgaría con eso? ¿A cuántos madrigaleños les interesaría una pastilla que no fuera lo que es, que según la secuencia genética de cada cual pueda ser una u otra cosa? Ésta es la ventana que lleva al horizonte plano, sí, no hay duda, digamos que a la frontera del Zen. ¿En, en, en, entiendes ahora? 
     - Un poco. Me estás diciendo que sólo a mí me interesan estas cosas. 
     - Sí, a ti, y a esos dos amigos tuyos. Y a nadie más. Reconoce que eso no es rentable; y por ende, tú mejor que nadie, Observador que eres, lo ha de saber, im, im, im, imposible. 
     - Oye y entonces, ¿quién hace la pastilla? 
     - Tú. Te lo tienes que hacer tú solito todo. 
Posible aspecto de Cecé
 - No fastidies. Pero no has dicho que una vez materializada la pastilla. Repito textualmente. “Una vez descifrados y convertidos en pastilla llevan a un, un, un lugar sin retorno, a un lugar llamado locura, más allá del horizonte Zen”, has dicho. Luego hay pastilla. Me estás enredando. 
     - No, no hay pastilla. No hay pastilla, a la venta. Hubo una una vez; pero se perdió, lo mismo que todo cuanto la rodeaba. Se fundió con su, su, su, su creador. Y ambos desaparecieron. Ya te lo he dicho. Se lo llevaron, bueno, se los llevaron, y los soltaron al otro lado del horizonte, los abandonaron allí en donde el principio y el fin son la misma cosa. Nunca más se volvió a saber de la pastilla y de él, bu, bu, bu, bueno, de ellos. 
     - ¿Quiénes se los llevaron; y, a cuántos les ha ocurrido eso? 
     - Preguntas demasiado para ser un Observador. Pude ser que sólo sea tu juventud. Tú observa, anda, hazme caso, realiza tu función y deja a los demás que hagamos la nuestra. Y olvídate de ese título y de ese nombre (1). 

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(1) 
     Mientras Cecé y el tendero han ido extendiendo en el aire sus pañuelos de seda con sus dibujos geométricos y sus colores, creados por el emisor y destruidos por el receptor, todo en fracciones de segundo, que, reitero, es como los madrigaleños interactúan, es decir, como se comunican; mientras sus luces han sido impelidas sobre las pared, o el techo, o el suelo, y han realizado los viejos juegos de la desaparición en serpentina, en motas microscópicas de ceniza, en caídas lentas hacia la oscuridad..., se ha ido formando en la pared del fondo un cuadrado informativo. Es de la ANE. A saber: La Agencia de Noticias Estatal. Ninguno de los dos, pendientes sólo de su diálogo, se ha dado cuenta. Han sido estas últimas excreciones lumínicas del tendero, que van con ese toque de paternalismo tan odiado por Cecé, las que les han llevado a los dos, primero a distanciarse el uno de otro, y segundo a fijarse en el cuadro de la ANE. 
Vía Láctea
POR ALUSIONES
     Sobre un fondo en negro, en el centro exacto, hay una forma más clara de forma elipsoide y del color del trigo. Sus extremos más largos apuntan al borde superior derecho e inferior izquierdo del marco informativo respectivamente. Envolviendo el grano de oro hasta casi formar una circunferencia, en relieve, en tonos azules, sujetos a estos extremos citados por un remiendo de blancura, hay dos varas de luz que llegan hasta la media circunferencia y que van engordando a medida que se alejan del punto de enganche, todo ello en relieve. Las varas son de azul y blanco, y un poco de gris, y, a veces, engendran una degradación, sobre todo en los extremos, que se encastra con el fondo. Da la sensación de que el centro amarillo se mueve sobre sí mismo y despliega una fuga acuosa en torno a sí mismo, debido seguramente al giro. También puede pensarse que cada vara es la mano de un gigante intentando desenroscar el punto central de algún recipiente que está debajo y no se ve. Pero Cecé no tiene dudas. Él es Observador y sabe. Es una antiquísima representación unidimensional de la Vía Láctea, el punto de origen, el inicio de todo lo existente. Lo que no entiende es el comunicado que hay debajo. Esos tres puntos azules que forman una línea recta y que vienen a significar: Hemos regresado a la Vía Láctea. El Universo es una esfera. Hemos terminado la cosecha.

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10 comentarios:

  1. Este relato tuyo sobre Cecé, no deja de sorprenderme.
    Lo que cuenta y lo que denuncias entre líneas.
    También la estructura de las entradas.
    Dos en una tercera persona que cuenta lo que cuenta como respondiendo a preguntas de otros, que son escritores conocidos. Es curioso.
    Las otras dos todo diálogo, con un apunto descriptivo, que es una llamada, como si de un ensayo se tratara.

    Me gusta.
    Elia

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  2. Gracias Elia por tus palabras de lectora perspicaz.
    Siempre he buscado lectores activos frente al texto... y tú parece que lo eres.

    Iacob

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  3. Lo que veo me interesa...te visitaré , Iacob.

    Gracias y un saludo.

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  4. Gracias a ti, Camen, por venir, leer y dejar tu comentario.
    Iacob

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  5. Todo el texto me ha hecho pensar, por lo sutil, por que dice sin decir, por la belleza de su redacción que me ha encantado. Y lo que me ha dejado más feliz es el final. "El Universo es una esfera. Hemos terminado la cosecha". Sencillamente genial, amigo. Iré leyendo poco a poco todas tus entradas. Gracias.

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  6. Gracias Julie, por tus palabras que qué bien me sientan.
    A mí también me gusta lo que escribes.
    Iacob

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  7. Hola,
    solo quería dejarte un saludo, pero tendré que volver con más tiempo para leer tu relato.
    Ciao!

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  8. Pensar y no dejar de pensar hasta deteriorar la memoria con la mayoria de veces falsas ideas.

    Muy interesante tu texto, me ha gustado y he disfrutado leyendote. Gracias

    Un beso

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