jueves, 28 de mayo de 2009

JUEGOS EN LA EDAD TARDÍA

     Él es un hombre mayor. Se tiñe el pelo y las cejas. Tiene en la manga poesías, versos que cuentan historias para reír y llorar: amores desesperados que se convierten en balas, frío metal, humo, sangre; unicornios y princesas de sexo acuoso y mirada caliente, santos de boj que curan la angustia y rompen las bombillas en la noche de carnaval.
     Bajo el árbol de piedra que busca el cielo tiene el anciano su casa. De cristal son las paredes, para que el acantilado del valle del marinero no sea sólo un recuerdo. Le gusta dejar que el ojo camine por el vacío y llegue al otro lado, a la luz roja de la otra orilla. Hay en ello motas de nostalgia, y en la tarde una pizca edulcorada de tristeza.
     Bajo el árbol, la vida se mueve envuelta en papeles de plata y oro, como si fuera un regalo. Pero el hombre, cada día, repite la misma escena: sale al exterior, enciende la barca, se adentra, lento, sobre el abismo - abajo kilómetros de montañas, afiladas rocas, hielo -. Mira arriba, y se deja caer. Percibe la zarpa de la gravedad tirando de él. Pero no es la muerte.
     La barca siempre desciende, siempre le rescata. Es su cometido, salvarle.

6 comentarios:

  1. Pero Santiago! Esto me ha gustado un montón eh? ultimamente parece que todos teneis una "sensibilidad" dintinta y que me encanta!!
    Muchos besos

    ResponderEliminar
  2. Gracias Pilar por leerme. Me alegra que te guste. Continuará. Esto es sólo el principio.
    Un besazo.
    Santiago

    ResponderEliminar
  3. Ya te echaba de menos. Me ha tocado amigo... Una vez mas ¿poesía o prosa?.

    Un beso por este regalo

    ResponderEliminar
  4. Este texto lo debería haber escrito yo, por la edad, si fuese capaz de imaginar tan magníficas metáforas.
    En tu caso es un ejercicio de imaginación, en el mío hubiese sido una crónica de la realidad, cruda y despiadada, porque no existe la barca.
    Miguel

    ResponderEliminar
  5. El mismísimo antagonista de Caronte, Santiago... Cada día me salvo en la caída hacia el abismo. Ojalá nunca llegue el día en que no pueda sentir el vértigo.

    Ese día ya no estaré entre vosotros.

    Ahi estamos todos, barca va, abismo viene, en este trabajo de la palabra.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Gracias, Pilar, Rosa,Miguel, Manuel. Muchas gracias por estar ahí.
    Un abrazo emocionado a todos.
    Santiago

    ResponderEliminar