Me recuerdas que antes, cuando tu cuerpo estaba sin hacer, yo te amaba y todo era tranquilidad. Tu propuesta es clara: ¡Ámame, pero no me molestes! Sí mi niña, aunque yo tenga mi pequeña angustia, aquí, en la hondura de mi vida; como cuando llamas desde el fondo del humo del bar.
Y cuando te pienso, así, cubierta con ropas menudas y ojos huecos, enredada en un ciclo que no tiene fin: ¿¡qué quieres que te diga!? Te amo. Así que, sólo por no molestarte, tomo una copa redentora, cierro los ojos, te pienso, de nuevo, otra vez, obsesivamente; como si esta vez no te hubieras ido. |
jueves, 2 de julio de 2009
EN EL HUMO DEL BAR
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No se qué decirte, Santiago. Cuando he leído esto en mi correo, he venido a la Blogsfera a ver qué pasaba. Y si, encuentro el mismo texto. Con una dedicatoria, además: para mi.
ResponderEliminarMe siento muy honrado de leerme en ti. Gracias.
El resto... espero que me lo cuentes con un vino de por medio.
Un abrazo.
Santiago, difícil hacer dos textos hermosos del mismo tema. Me gusta de veras.Un beso
ResponderEliminarBueno bueno!! me encanta Santiago eh?? me gustan los dos como bien dice Rosa. Confieso que ando un poco perdida con todos los mails que recibo sobre si se debe comentar de una u otra forma, me llegan algunos mails otros no... en fín...que creo que no entraré en la polémica, pero estoy abierta a todo tipo de comentarios. Besos mil
ResponderEliminarEl mismo argumento dictado por corazones distintos...¡¡Qué bonito, Santiago!!
ResponderEliminarMila.