miércoles, 7 de abril de 2010

EL NIGROMANTE

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       A las siete de la mañana me llega un correo electrónico. Lo abro. Las palabras me invitan a ir a La Nieve. Voy. Abro el Foro de Literatura y me llevo una sorpresa. El Autobús 538 está allí, sentado en la horquilla de un olivo. Alicia ha preparado un artículo en el que cuenta su particular aventura con el libro, con ese libro que un día yo escribí, pensando en ti, lector, como ahora pienso. Pincho en continuar y veo las otras fotos.
       De pronto se me amontonan las lágrimas, antes de leer el texto incluso. Se ponen a rodar mejillas abajo. Pero yo soy rápido para estas cosas. Las recojo en el cáliz de oro con incrustaciones de rubíes que siempre tengo en la mesa para estos menesteres. Son muchas y gordas. Son como vacas bien alimentadas, grandes, con crecidas ubres llenas de un néctar anaranjado que a mí me recuerda el concentrado licor de los peces del Cantábrico. Sorbo una y confirmo mi sospecha. La felicidad no sabe a nada. Si acaso tiene un cierto regusto a sal gorda, y, por alusiones, al hueco escondido de la mar en el que descansa Doña Profundidad.
       Pero no me detengo, en situaciones así no paro, no puedo frenar. Voy a la cocina, echo agua en el vaso de publicidad de medio litro de JB y preparo la infusión. Mezclo menta y manzanilla. Le echo también una pizca de tila, otra de azahar, otra de melisa, y un chorrito de orujo puro. Dos minutos después, cuando todo se ha mezclado bien, vierto mis lágrimas en la pócima. Lo pongo media hora en el congelador.
       Luego me voy al cuarto de baño, lo echo todo en el perfumador de plástico de las buenas sensaciones, levanto los ojos al cielo, bueno al techo blanco del cuarto, abro el espacio empático con unos versos privados – lo siento pero estos versos son privados, no los puedo transcribir aquí -, y voy y me paso por todas las esquinas de la casa, pulverizándolas con esta alegoría de la felicidad convertida en líquido.
       El autobús, el que me lleva al trabajo viene como todos los días, lleno de gente con caras de sueño. Van todos dormidos, o mirando hacia adentro. Sólo yo estoy completamente despierto. Vivo y alegre. Todos los rincones de mi casa están sellados contra la tristeza.
       Y todo gracias a ti, Alicia.

6 comentarios:

  1. Pues este autobús lo quiero yo coger. Me lleve a donde me lleve merecerá la pena.

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  2. Qué bonito texto...esto es dar las gracias con plenitud, como un verdadero escritor lo hace. Lenguaje y sensibilidad. Parece el título de una novela llevada al cine. Pero es que la entrada de Alicia en la nieve...y la respuesta de Santiago no son para menos. A mi también me han emocionado los dos.

    Port

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  3. Santiago, estoy todavía de vacaciones y estaba corrigiendo unos exámenes pendientes del alumnado de 2º de bachillerato sobre el tema reacciones con ácidos y bases, el pH, la lluvia ácida… Necesitaba un respiro. En ese momento me he acordado que tenía pendiente hacerte un comentario sobre el olor a azufre que citas dos veces en tu libro. En concreto sobre un derivado ácido del mismo. Creo que a estas alturas te has percatado que no soy una lectora en cantidad e intento equilibrarlo con lectura de calidad. Voy a tú territorio y aquí estoy recogiendo otro de los recuerdos del viaje de Semana Santa para instalarlo en un rinconcito del corazón. Ese es el lugar dónde guardo el sabor de los instantes que me hacen sentir viva. Santiago voy a serte sincera. No sabía qué hacer con las lágrimas que han empañado mis ojos. He intentado que no se escapasen pero ha sido imposible. He intentado ser rápida como tú y en un intento de exprimir al máximo esta aventura compartida tuya sólo se me ha ocurrido coger el libro y dejarlas caer encima a modo de bautizo. Dejo el libro encima de la mesa del salón esperando que se evaporen y que convertidas en gas se cumpla una de las leyes físicas, en concreto la que dice “cualquier gas al expandirse ocupa todo el espacio del que dispone”. He cerrado las ventanas para que mi hogar se vea envuelto, al igual que el tuyo, en esa atmósfera de felicidad sólo reservada para algunos momentos especiales como ha sido este.

    Gracias Santiago por este “hijo” tuyo que tantas emociones nos está dando. Gracias a Elena que sigilosa estoy segura que lo cuidará muy bien. Gracias al padrino Emilio y a la madrina Mari Carmen porque sé que han vivido este nacimiento con mucha ilusión y también gracias al resto de los invitados a este acontecimiento, no debemos olvidar que para que un hijo crezca bien hace falta toda la tribu. Me quedo pensando si me va bien el papel de tía en esta historia, no sé, no sé…Igual Santiago tú lo ves más claro.

    Un abrazo.

    PD. Lo del azufre va a ser que te lo cuento en otro momento

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  4. ¡Qué maravilla que te regalen sonrisas y alegrías al despertar!
    leo tu texto e imagino tu cara, con esa emoción...como la de los niños al despertar la mañana de Reyes.

    Enhorabuena compartida, esta vez, entre Alicia y tú y gracias a los dos por hacernos partícipes de la magia, la ilusión y las sonrisas...húmedas eso sí pero de alegría.

    Besos a los dos.

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  5. Contracomentario de lujo, Alicia. Magnífica prosa. No se como irá en el futuro tu exploración en poesía pero te aseguro que las últimas cosas que has escrito en prosa tienen la fluidez, el contenido y la forma, de la mejor escritura. Estoy muy contento por Santiago. Pero creo que él está feliz también por tí. Vuestro juego de lágrimas ( hay una maravillosa pelicula de Neil Jordan de este título, de hace unos diez años ) tiene una gran altura, no sólo emocional, sino también literaria.

    Port

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  6. Pues yo estoy con Solateras: que me subo al autobús!.

    Creo que a la fórmula de Santiago para las vaporizaciones caseras le falta un chorrito o dos más de Orujo, que siempre da alegría y, además, no mancha.

    Creo que al final, todos andamos subidos en ese autobús.

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