lunes, 3 de mayo de 2010

LA ALDEA, EL MONJE

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SumacKorckú, la aldea, está
en medio del campo, rodeada
de montañas.
......................Tiene una iglesia.
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Torre de piedra. Soportales
con techos de madera en flor.
Un casino con sombra gris
al otro lado de la plaza,
más allá del caño.
...............................Y un cura.
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Y una escuela de un aula sola.
Y un médico viejo. Y un cielo
de noche y estrellas que gime.
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Sumackorckú, el monje, alza
su voz hasta la pila llena
de agua bendita.
.............................La palabra.
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Y el misterio se expande. Es
sobre la tierra y sobre ti.
Como una flor abierta. Vuela
su perfume en el ala tibia
del aire.
....................Pero no eres tú.

Y una vieja puerta se entorna.
Y una vela muere. Y es pronto
para que la noche se acabe.
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       Tanto estos dos poemas encadenados,como el anterior (EL MONJE DE SUMAC-KORCKÚ), forman parte del poemario titulado LA FUENTE Y ÉL, publicado en ediciones F.L.H., Córdoba, hace ya más de tres décadas. Son poemas de la prehistoria, de los tiempos oscuros, cuando el cielo ardía de amor. Todos los viernes, a las tres en punto, oíamos el tañido de la guitarra caer sobre la altura de la mezquita. Luego todo fue de nuevo hoy, y puede que mañana. Y vuestras manos llenas de viento emergieron de pronto, batiendo palmas, sobre las mías. Sobre estas alas inquietas que cuelgan desaliñadas. Abajo un teclado en blanco, una arena caliente, un vino ácido.
       Nadie sabe de tanta tristeza, os lo aseguro.
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SOBRE LAS DIMENSIONES DEL POEMA.
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        Dicen los sabios que desde la tercera dimensión se perciben claramente todos los matices de las dos dimensiones: largo y ancho. Es fácil esto de las dos dimensio­nes. Con una cámara fotográfica es suficiente. Hacemos una fotografía, y ahí está todo, no hay más. Ahí está el largo de la oreja del perro que hemos fotografiado, el alto del ojo; y también esa profundidad de campo que no se ve más que desde las tres dimensiones.
       Sí, algo más complicado es la representación de esto. Los sopor­tes que utilizamos no están todavía muy allá. Vamos, que no pueden con la rea­lidad. Y sin embargo, todos la percibimos. Todos tenemos una realidad, aunque sea subjetiva. Sí, todos sabemos que entre el ancho, el largo y el alto hay una infini­dad, una millonada de puntos que nos descolocan. De ahí los problemas para situar un punto en, llamémosle así, una magnitud tridimensional. Es ahí en donde el tiempo empieza a jugar un papel notable. Lo es porque en las tres dimensiones entra en juego el movimiento, y con él todas las implicaciones que ello conlleva. En las dos dimensiones el tiempo es una secuencia de elementos estáticos, no hay más.
       No podemos deshacernos del tiempo, nosotros que vivimos tridimensional­mente. Estamos inmersos en él. Somos prisioneros de su tiranía. O lo que es lo mismo, no podemos ver más allá. Podemos sólo escapar de él. Leyendo un poema, por ejemplo. Esto según palabras del Sr. Port, claro. Él sostiene, ha escrito en este mismo espacio internaútico, en esta bitácora, que "cuando un poema tiene calidad, el tiempo no existe". Yo diría más. Que cuando se nos queda dentro del recuerdo y es nosotros, un poema ha pasado a la cuarta dimensión. A esa dimensión en la que la palabra ya no es palabra, que es carne. Es la esencia misma de la vida, el pálpito inequívoco del vivir.
       Luego si el vivir es un eterno retorno, asunto del que se habla, se discute, se verborrea, en otras bitácoras de este universo escritural en red, el poema, eso sí, cuando tiene calidad - ¿habría que definir, calidad, no? -, es el punto inequívoco de salida, o de llegada, e incluso también es el infinito espacio tridimensional de todas las vidas vividas o por vivir que desde la cuarta dimensión tan fácil resulta ver.
       Es todo, sí, más allá incluso de nuestra comprensión. Por eso no vivimos más que como resultado de un salto, o una aproximación, o un acercamiento ocurrido entre la salida y la llegada. Dicho de otra manera, vivimos así o asá, simplemente, porque hemos elegido entre un punto de llegada y punto de salida, pero prisioneros siempre del I.E.T: o sea, del infinito espacio tridimensional. Estos es la cuarta dimensión. No hay duda.
       Por eso, hablar de los adelantados a su tiempo, estando en el juego de la vida, es sólo una manera de decir que un señor está o vive fuera de la reiterada realidad de la mayoría de los vivientes. Es casi un insulto, por mucho que pretendamos enaltecer tal situación, es la constatación de una situación límite, agónica las más de las veces, triste desde luego, de una manera irregular de vivir la vida. En la cuarta, un señor que viviera más allá, que alcanzara el teclado musical de la quinta dimensión, sería, a todas luces, un "descolocao", uno fuera del tablero: vamos, un tramposo, uno que está y no está en el juego inoportuno que es la vida.
       Pero claro, todo esto es sólo desde la cuarta dimensión. Desde aquí abajo, desde la vida de todos los días, la cosa cambia.

8 comentarios:

  1. Ya sabes lo que me gusta la mezcla de géneros, o utilizar la "arquitectura" de uno y hacerla soportar "el aire interior" de otro... Me parece un loable intento contar esta historia donde se funde el pensamiento con el suceso en la forma que lo estás haciendo. Y me gusta aún más cuando la originalidad se ve coronada por la calidad de la construcción. Como es el caso.

    Port

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  2. “Y el misterio se expande. Es
    sobre la tierra y sobre ti.
    Como una flor abierta. Vuela
    su perfume en el ala tibia
    del aire.”

    En este mismo instante en el que el pasado puede ser hoy o quizás mañana, me dejo seducir, mientras enciendo una vela mortecina tras una puerta entornada , por el misterio de las palabras.

    Besos y abrazos

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  3. Lo que demuestra que, en Poesía, el tiempo no existe cuando el poema tiene calidad. Es lo del "eterno retorno" que apuntaba Nelken en un comentario en mi blog...vivimos avanzando en circular...
    ("Cometemos un círculo que dura...digo yo)
    Por eso, Santiago, siempre te he considerado un adelantado.

    Port

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  4. Lo de adelantado, Santiago, es evidente que no tenía intencion de insulto, sino de contatación de la dimensión de tu escritura, de tu, para mi, buen trabajo como escritor. Pero claro, supongo que tú tampoco querías señalar eso, sino más bien que para la sociedad sometida a dimensiones inferiores ( o distintas ) el adelantado, el precursor, el innovador, es siempre un "outcast", alguién fuera de los límites. Pero no te preocupes: Colón, Galileo, Miguel Servet...y unos cuántos más también lo fueron...y gracias a ellos la vida tuvo grandes avances.
    A unos los quemaron, a otros casí, alguno tuvo éxito de casualidad...dependió de la suerte.

    Port

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  5. Yo creo, analizandólo bien, que lo del insulto, sobre todo cuando es él pripio autor de la entrada el que lo referencia y alumbra, era pura ironía...entre otras cosas, además, porque alguien que hace un análisis tan creativo y tan a fondo del valor del tiempo - como ente real que delimita la existencia - seguro que se toma el concepto insulto - dicho por él mismo - como un halago. La realidad es que hay un elemento que distorsiona todo: el instrumento del que nos valemos para cualquier análisis, para cualquier creación literaria, lo que conforma el poema: el lenguaje. Aquí si que el lío se forma en toda su extensión, porque lo que da "realidad" a las propias pretensiones del Hombre, o sea, a sus preguntas, a sus creaciones, es ese mismo lenguaje. Y la delimitación del mismo pues sin él nada existiría. Se da la paradoja de que una creación humana es la que confiere realidad o irrealidad a la existencia. Lo que no se nombra no existe, puesto que no se puede percibir ni comprender. El conocimiento es conceptualización y sin esa conceptualización linguística no habría nada. Ni el poema de Santiago, ni la discusión en cualquier foro, ni debates ni verborreas, o sea palabrería excesiva, según el diccionario...aunque por cierto ¿quién decide lo que es excesivo o no... ¿un juicio de valor subjetivo? Nada es "objetivo" porque toda concepción axiológica depende de lo que Ortega llamaba la otra parte del "yo", la "circunstancia"
    Pero en fin, no es cuestión de crear aquí otro debate, aunque a mi no me importaría pues cada uno lleva su blog como desea o puede, por cuestiones de tiempo, de optica, de gusto, por modo de mirar la vida, de ser...o por cambios, que, porque no todo tiene por qué ser siempre igual. Todo es respetable y que la libertad presida todo intento.
    Lo dicho, gran reflexión la de Santiago, a la que me permito hacer esta pequeña puntualización -siempre me preocupa el tema - de que esa misma reflexión es prisionera de un código creado que, casualmente, es el que permite el pensamiento, la creación, el desarrollo de todo el conocimiento: el lenguaje.

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  6. Gracias Alicia por tus palabras. Es verdad que la noche es joven y que el misterio está todavía contraído, esperando la expansión.

    Gracias Mari Carmen por tu juego de palabras. Yo, si tuviera un poco del ingenio que tú tienes, lo elevaría a la categoría de Entrada en tu bitácora. Tengo incluso un título para ello. "La seducción de las palabras", podría ser. No sé, tú misma.

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  7. Estimado Emilio.

    La expansión de este poema encadenado en dos textos en prosa -consecuencia de estos vuestros comentarios en este espacio específico para ello, no voy a negarlo, pues es así-, no es un comentario más o menos literario, ni una disertación más o menos elegante, ni siquiera un intento de micro ensayo.

    Es, al menos así lo concibe quien esto escribe, un espacio de creación literaria que completa al mismo poema. Es parte del poema. Así, La Entrada titulada "LA ALDEA, EL MONJE", tiene un espacio versal y un espacio prosaico.

    Deja de ser un poema, deja de ser un texto en prosa. Es una "Entrada". Y además una "entrada por entregas". Primero el verso. Luego un pequeño texto en prosa. Luego otro texto un poco más grande, en prosa... luego; no sé, ya veremos.

    Porque de vosotros depende. Sí, tradicionalmente había un círculo en esto de la comunicación. Uno escribía, otro leía... y ahí se acababa la historia.

    Pero ahora no. Ahora uno escribe, otros leen y comentan, y uno, en función de la apertura del texto que ofrecen los comentarios, vuelve a escribir, no ya sobre el teme, que también, si no sobre otros temas asociados. Y otro ello conforma una nueva estructura, algunos lo llamarían Género. Llamémosle La Entrada.

    Esto es la cuarta dimensión. Desde aquí se deben ver mejor las tres dimensiones de la lecto/escritura. Y es así, ¿no? ¿No vemos con claridad lo que el lector siente ? ¿No vemos el efecto de nuestras palabras en las mentes lectoras? ¿No produce esto en quien escribe una retroalimentación creadora?

    Si estar en esto es ser un adelantado, sí lo soy; y evidentemente no me siento insultado con el reconocimiento expreso que me haces, tampoco alagado pues no añade nada de especial relevancia a lo que estoy haciendo, y sí constata lo que yo y tú ya sabemos, que nos movemos en los límites. Espero que no me manden, nos mande, a la hoguera por ello.

    Por todo esto que te cuento, yo ya sabía antes de incluir el último texto a "La Entrada" de la que hablo que tú te ibas a fijar en ello, especialmente en ello, y que lo ibas a resaltar. Ahí estaba precisamente la intención, en desatar en ti, como lector y como pensador una reacción escritural.

    Lo que no sabía es el resultado de la misma. Ya veo que elegante, por lo menos, e intensa.

    Es verdad que hay ironía en ello, y también una pizca de esa provocación innata en mí.

    Pero he fallado en algo fundamental. Todo esto deja un poco en la sombra, digo un poco porque tú mismo afirmas que el texto es una buena reflexión, lo verdaderamente importante de este segundo texto en prosa. O lo que yo considero como lo esencial. Que la palabra, presente en todos los siglos del hombre, es la verdadera cuarta dimensión, que es desde ahí desde donde las otras tres dimensiones se ven de otra forma.

    Bueno, seguimos.
    Difúndelo a los otros socios.
    Nuevo Género Literario "La entrada".
    Nuevo Género Literario "La Entrada por Entregas"
    Un abrazo.

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  8. ¡Ah! Emilio.

    Tú contestaste a mi arenga con un sí. Pues en esto puedes ayudar. Difúndelo, primero en ESCRITORES EN RED, intenta que en la asociación se cree un río, un lago, un mar de pensamiento en torno a esta idea. A ver si los Escritores en Red que ya somos somos capaces de darnos cuenta de lo que tenemos delante mismo de nuestros dedos sobre la tecla, que nos conformamos con poco: mi entrada, mis comentarios... y ¿ya?

    Luego, o a la vez, difúndelo a todos tus contactos y pídeles que ellos a su vez lo difundan, que suene nuestra voz en todos los rincones, en todos los foros.

    ¿Serás capaz, seremos capaz?

    Por cierto, muy oportuno tu artículo sobre La Red, en La Nieve.

    Un abrazo, amigo.

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