viernes, 18 de enero de 2013

Una lágrima

     Abro la botella de vino de oporto y me sirvo medio vaso, de esos de desayuno que utilizan en todos los bares. Le añado dos huevos y sin batir siquiera me los tomo de un sólo envite. Me visto para la ocasión. Cojo la llave de la moto, el casco y bajo la escalera a grandes trancos. Llego al aparcamiento subterráneo tarareando la canción de un preso al que van a confesar, la horca como telón de fondo. La BMW K 1200 GT ronronea entre mis piernas. Me meto en la autopista. Es temprano, así que acelero y siento el fresquito de los doscientos veinte kilómetros por hora despabilándome. En apenas una hora llego a destino.

     Nandy de Lara, pelo canoso sobre ropas oscuras, está sentada en una silla de madera y mimbre, bajo la luz de una bombilla de sesenta vatios, frente al fuego, de espaldas a la puerta, con un libro entre las manos. No me oye entrar, así que cuando me siento a su izquierda y ella me ve, se sobrecoge.
     — ¡Qué susto me has dado, Iacob! – dice. 

     — Hola, Doña Fernanda – le contesto.
     — ¡Hola, amigo, qué gusto verte!
     — Yo también me alegro de estar aquí, con usted. ¿Cómo está, qué lee?
     — Leo ensayo. Me lo ha regalado Milagritos, lo mismo que esta cocinilla y este fuego; todo para mí solita. Se titula, La vida oculta, de una tal Soledad Puértolas. Me está gustando, sí. Escribe muy bien esta chica. Y de salud, bueno, pues vamos tirando, un poco cansada, como siempre. ¿Y tú?
     — Pues yo llevo unos días que no duermo. Por eso he venido a verla, para que sepa que estoy muy enfadado, y que estoy muy, muy, pero que muy preocupado.
     — ¿Por el comentario en la Web—blog?  
     — Sí, por eso.
     — ¿Es que no va a poder una ni decir lo que piensa?
     — Ya sabe usted que no se trata de eso. Pero es que hay que tener un poco de mano izquierda, que los comentarios son un espacio público, que no merece la pena montar una disputa por tan poco, que hay gente muy mala en el mundo que se alegra de todo, y que, ¡leñe!, los otros también tienen sus derechos.
     — Mira, Iacob, a mí no me hables de la izquierda, que yo soy diestra, y de derechas, ya lo sabes. Y es verdad que esa Elvira está un poco majareta. Siempre con el mismo tema, con la misma cantinela. Siempre con la violencia, con la sangre, con la angustia, con lo peor de lo peor del ser humano entre manos. Parece que no hay otras cosas, otros temas, en la vida. Y la otra, la, bueno usted ya sabe a qué me refiero. Ya ha visto usted, rápidamente se han juntado. Si ya se sabe. Dios las cría y ellas se juntan. La violencia y la depravación sexual mano a mano.  
     — Pero las dos tienen un punto de razón. El Web—blog no es de nosotros dos solos. Ellas también forman parte de él, son parte ineludible de él. No digo yo que usted y ellas sean invitadas únicamente, como dice Elia. No, no, son algo más, son mis amigas. Forman parte de mí vida. Así que ya lo sabe. Las tres son imprescindibles.
     — No entiendo por qué las has invitado a nuestra casa Iacob. ¡Son gente tan distinta a nosotros!
     — Por eso precisamente, Doña Fernanda. Por eso. Porque el mundo no es sólo nuestro, mal que nos pese. El mundo es de los otros también. Casi más de los otros que nuestro. Mire usted. Yo mismo. Me tiene usted por un santo porque mi nombre, Iacob, es casi Jacobo, o sea Santiago. Y como usted ama al Santiago Ecuestre y Patrón de España que enseñaba en la escuela, pues piensa que yo soy el mismo. Pues no. Bien es verdad que por el respeto y el cariño que le tengo en su presencia soy quien soy. Pero no olvide que mi apellido es Shilenuss, es casi Sileno, el antiguo dios menor de la embriaguez. Y eso también es parte de mí. Son los dos pilares sobre los que se sostiene mi personalidad. Una cristiana, sobria y regia, otra del mundo antiguo, Grecia y Romana, burdel y populachera. Esta misma mañana he desayunado un vino de oporto, me he subido en la moto y me he puesto a más de doscientos…
     — ¡Pero eso es una locura, Iacob! ¡Qué me dices! No puede ser. Me tomas el pelo. Tú eres mi Iacob, ese ser cariñoso, caritativo y comprensivo, todo hasta más allá del cariño, de la caridad, de la paciencia; tú eres mi Job particular. Nadie puede servir a dos señores. No puede haber día y noche a la vez. Lo blanco es blanco, lo negro es negro. Iacob, dime que no eres así, que me mientes.  
     — Quiero que estén usted y ellas dos en el/la Web—blog.
     — Pero si ya estamos, Iacob.
     — Pero mire usted de qué manera, a la greña.  
     — Es que lo que no puede ser, no puede ser, Iacob.
     — Es que usted no quiere ver más allá de su sombra, amiga mía. Nada hay más allá de sus convicciones.
     — Sí, Iacob, sí hay, hay otras muchas cosas horribles que no quiero ver ni escuchar. Por eso estoy a la defensiva.
     — Pero ellas tienen un futuro en el mundo, son parte del mundo, y usted, comprenda; usted...
     — Ya. Yo soy el pasado, Iacob, y no puedo cambiar. No debo cambiar.
     — Entonces, ¿no retira ni una sola de sus palabras?
     — No Iacob, ni una.
     — Prométame entonces una cosa.
     — No sé. Tú dirás.
     — Prométame que no volverá a, ¡dios qué difícil!, que no hará ningún comentario más en negativo.
     — ¿Me pides silencio?
     — Le pido que escriba de sus cosas y que deje a los demás seguir con las suyas.
     — Silencio, dejarse crucificar, callar.
     — Tampoco es eso Doña Fernanda.
     — ¿Y entonces, qué es, Iacob?  
     — Es dar un paso hacia ninguna parte y ponerse en el lugar del otro. Es tolerancia.
     — No sé, Iacob, no sé. Mi reino ha dejado de ser de este mundo. Ya me ves, aquí, apartada de todo, fuera de todo. ¿Qué hago? ¿Salgo a campo abierto y grito hasta romperme la voz? ¿Es que han muerto todos los caballeros? ¿Es que no hay justicia, ni verdad que nos ampare? ¿Hemos de dejarlo todo en manos del enemigo? Es el fin del mundo, la guerra del fin del mundo, sin duda.    


     Y por primera vez desde hace muchos años veo caer de los ojos de la Excelentísima Señora Doña María Fernanda de Lara, Condesa de Aguilar y Campeche, una lágrima.




Continuará... Espero.



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AUTORES DE LOS LIBROS QUE SE CITAN

Soledad Puértolas


Mario Vargas Llosa





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4 comentarios:

  1. Elegante blog. Prosa cuidada y sobria la suya. Buen fin de semana. Pasaba por aquí...

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    1. Gracias, amigo de Luis, por estas palabras y por la difusión que de este Web-blog está haciendo en la Red Social "G+".
      En justa compensación he puesto un enlace a su bitácora " Ay, por qué no soy como D. Quijote" en nuestro apartado Mis "lectoamigos".
      Subrayar aquí que sus halagos me satisfacen por cuanto que usted también demuestra en su ámbito ser de los que ha escrito más que suficiente para saber lo que dice.

      Un abrazo fraterno.
      Iacob

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  2. Claro que sí, todos caben en tu casa y todos deben de hablar, comentar, decir ... Gracias.

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    1. Gracias Trim, por tus palabras, siempre bienvenidas.
      Y sí en mi casa caben todos sin excepción, sólo que nuestra común amiga, la Condesa de Aguilar y Campeche, por aquello de su alta alcurnia, a veces, sólo a veces, eso sí, se sienta un poco distante e incluso aislada.
      Pero la verdad es que se aísla ella sola, que todos/todas la tenemos un cariño y un aprecio grande.

      Un besico.
      Iacob

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